Quintun

13/11/07

Ya son 17

No sé si comenzar diciendo que ésto es una indirecta directa para que me saluden en este día, u obviar esa obviedad y centrarme en estos diecisiete años y nueve meses que llevo sobre este planeta.
Me resulta difícil, lo reconozco, como nunca antes me había pasado, comenzar a escribir; quizá sea porque debo hablar de mi, un mi del que en pocas ocasiones, casi contadas con los dedos de una mano, he hablado. Muevo los dedos sobre el teclado sin sabes que letra apretar, pensando en lo que resultará de esta incertidumbre.
Me siento, mientras escribo esto, con la misma sensación que hemos sentido todos cuando al cumplir un nuevo año decimos que falta uno o dos años para salir del colegio, cinco para esto y diez para esto otro, sin reparar siquiera en todo lo maravilloso que ya hemos vivido, o en mi caso, en todas las palabras que ya he escrito antes de esta.
La vida, palabra que la RAE define muy bien al llamarla ser humano... si a la larga eso somos: una vida. Un comienzo y un final. Comienzo que tenemos la dicha de recordar: Aquellas tardes cuando hacia que toda mi familia desfilara al compás de mi tambor, aquellas en las que lloraba para no ir al jardín, aquellas tardes andando en bicicleta hasta que se prendan las luces de los postes, aquellas pegando laminas en el álbum de Dragon Ball Z en el calor de las dos de la tarde en la camioneta, aquellas vacaciones, caminatas al colegio, las navidades, los retos y alegrías o incluso aquellos sábados -como diría mi amigo Cáceres- aburridos viendo Sábado Gigantes, aquel año nuevo que me cure tomando ponche de piña, cuando viajamos a Bolivia... en fin, tantos momentos que sigo recordando ahora pero que harían interminable este relato. Y un final del que no tenemos dominio, ni el mas mínimo.
Cómo no anhelar volver a esos tiempos magníficos en los que uno era niño y lo único que quería era ser grande. Cómo no volver el tiempo atrás para reparar aquellos errores, que reconozcamos o no, cambiaron nuestra vida. Cómo no vivir de nuevo. Cómo no volver al pasado y advertirnos a nosotros mismos de disfrutar el momento. Cómo no ser aquel niño que no podía decir Germán Enrique sino que decía Pipan Pipe. Uff, cuantos momentos pasan por la cabeza. Aquel adiós en el aeropuerto antes de venir... qué estaría haciendo si estuviera en Chile...
Qué será de mi?
Se me hace inevitable pensar en el sentido de la vida el día de hoy, pero tan inevitable me resulta pensar también que no existe un único sentido. Quizá, para mi, el sentido de luchar por nuestro ideal es uno de los mayores. El estar dispuesto a morir, como diría el Che Guevara, no sólo por defender un ideal sino por convertirlo en realidad. Bertolt Brecht también tenía mucha razón al plantear que los hombres que luchan toda la vida son los imprescindibles. Pero, como ya dije, no tengo poder alguno sobre el futuro, no nos pertenece. Fe, la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve; es lo único que tengo, es lo único con lo que me puedo plantear para el futuro, es la única sección del timón que puedo controlar: la esperanza, la fe en el mañana. Y en definitiva es ese el regalo que recibo hoy, poder descubrir cuánto he cambiado desde el momento que llore por primera ves en mi vida, cuánto he cambiado en diecisiete años, todo lo que me queda por cambiar y la Fe que tengo en un cambio, no sólo para mi, sino que para todos.
No sé si sea concebible plantear que hoy acepto un regalo que no deja para nada plasmada la impresión de descanso y tranquilidad que se siente al recibir un presente que contenga dinero o ropa; este regalo es una invitación, una nota que dice A trabajar por tu sueño! una tarjeta que me desafía a luchar por lo que creo y que me plantea en cada letra, directa e inobjetablemente que me queda un año menos para alcanzarlo.


Sólo darle gracias a Dios, lo único estable y perdurable en este Universo,
vale por ser una roca fuerte de donde agarrarse cuando ya no tengo fuerzas...
Gracias, sólo gracias por permitirme decir que ya son 17.



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1 comentarios:

  • No puedo pasar de largo e indiferente, sin hacerte un comentario, pues me has llevado a momentos tan hermosos que ni el mas duro de los hombres se negaría a hacerlos.
    Bueno tu no recuerdas cuando te paseaba dentro de una caja y te reias con tantas ganas prque te deslizaba con fuerza, que en una oportunidad fueron demaciadas y volaste por el aire golpenadote la cabeza contra el piso, jajaaja
    Debo confezar que me hiciste gancho con una chica haciendote pasar por mi hijo, jajaja
    en fin en este dia solo un abrazo para ti y un gran beso de amor, no por casualidad casi te llevas a la mama al patio de los callados en el momento de nacer mas ensimas nacistes vaginalmente de pie. Tal vez por eso te gustan las distancias, espero que esas patitas las uses para asercarte a mi, un abrazo hermano que Dios te siga bendiciendo..

    De Blogger Unknown, A las 15 de diciembre de 2007, 8:51  

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