Quintun

9/2/08

Sumándole experiencias a esta aventura

- El oficial quiere que le cuentes que paso hoy.
- Bueno, intentare explicar como fueron las cosas. Yo quería comprar una billetera, porque la que tengo está rota y fea, por lo que me dirigí a esa tienda y encontré un estante lleno de ellas, comencé a buscar la que yo mas quería y vi una color negro que no tenia ni etiqueta ni caja. A su lado había otras billeteras muy iguales pero que eran color café, de cuero también pero café. Por lo que tome una y le saque la billetera y puse la que yo quería llevar, la negra. Pero me di cuenta que la caja no tenía una etiqueta, solo un papel con muchos números, busque otra billetera y le quite su etiqueta y se la pegue detrás de la caja y fui a pagarla. Pague £8 y salí de la tienda y cuando había caminado una cuadra, tres hombres me atraparon y me condujeron devuelta a la tienda. El jefe de seguridad me dijo que yo había cometido un delito porque esa billetera tenía un valor de £21 y no de £8, que yo había intentado robar cambiando las etiquetas.
Uff, increíble no? ya podrán dimensionar como marcharon las cosas luego de eso, si alguien me hubiese dicho la mañana de ayer como sucederían las cosas ese día y todo lo que iba a pasar, les prometo que no hubiese creído.
Pero aún no termina la odisea. Luego que el encargado de seguridad me increpo diciéndome que había visto todo por las cámaras de seguridad y luego que me tomo mis datos, comencé a darme cuenta que esto no se venia fácil. De pronto se abrió la puerta de la sala donde estábamos, y dos hombres de camisa blanca, chaleco antibalas y una pistola en la cintura se presentaron frete de mi, sí eran policías. La verdad que no me atemorizo, pensé que el jefe de seguridad era un poco exagerado o que era parte de una formalidad, tomar los datos y para la casa.
Me preguntaron mi nombre, edad, donde vivía, etc. Y luego de un rato me dijeron:
- Tu estas detenido, ahora nos acompañas a la estación para tomarte la declaración y ver que sucede.
Detenido. De-te-ni-do!!… aun me retumba esa frase en la cabeza, me sonó a años de prisión y a cientos de problemas. Tome mis cosas –que ya habían revisado los policías- y me condujeron a una camioneta donde me fui sentado atrás, todo cubierto de rejas y una lámina muy gruesa de plástico, solo me faltaron las esposas…
Al llegar a la estación, pasamos a una sala donde había luces ultravioletas y esperamos un buen rato a que abrieran, entramos y un oficial –que según dijeron los policeman era el jefe- me dijo lo de las películas:
- Tú estas detenido por el cargo de estafa y robo, tienes derecho a guardar silencio, a un abogado y a una llamada gratuita y en tu caso, llamaremos a un intérprete. Por ahora, despójate de tus zapatos y todo lo que no sea ropa. Un guardia te llevara a una celda donde esperaras alrededor de 4 horas para ver que sucede de aquí en adelante.
Cabe mencionar que para una persona que nunca ha pasado por eso, que odia esperar y que no suele tomarle el peso a las cosas igual que todo el resto del mundo; fue una tortura estar en esa celda. Pieza de dos por dos metros pintada de amarillo, una cama azul, una puerta con una ventanilla de metal, y unos bloques de vidrio que dejaban pasar la luz de los postes. Sin duda las tres o cuatro horas mas eternas de mi vida, matizadas, claro, por el grito desesperado, los insultos, patadas y llantos de una mujer que no me dejo pensar tranquilo, ni relajarme ni llorar, sólo esperar. Lo digo con toda seguridad, es suficiente castigo para cualquier ser humano, animal o cosa creada en libertad, que lo tengan privado de ella. Sea el delito que sea, es suficiente.
Luego de ese esperar eterno, y más abrumado por no saber el paso del tiempo y por el cada vez mayor escándalo que sentía afuera –por gente que llegaba y no quería entrar en sus celdas-, llego al fin mi turno. Abrieron la ventanilla y una cara comprobó que todo estuviera en orden, entro con una mujer que me dijo en un perfecto español que era mi intérprete. Respire aliviado. Le tradujo un par de cosas al guardia que terminaron siendo sólo un: Espera un momento más.
Rato después me vinieron a buscar, recuerdo que tenia mis pies congelados y que se me caían los pantalones, me llevaron a una sala donde me dijeron que todo el audio seria grabado. Me repitieron los derechos del abogado y de la llamada, pero las volví a rechazar para no demorar más el asunto y para no crear más líos. La interprete me dijo que el oficial quería le contara lo que había pasado hoy.
Eso si que fue un reto, me preguntaba cosas que incluso me hacían dudar de la realidad. Horas, lugares, motivos, y luego las mismas preguntas. Trate de ser convincente y parecer creíble pero la mirada de una policía que sin duda no me creía nada –y luego me lo dijo- me ponía nervioso. Yo sé diferenciar cuando una persona esta mintiendo, y pensaba que estaba haciendo gestos que me delataban.
Les conté todo, les repetí los hechos y respondí a todas sus preguntas. A eso de las once y media me dijeron que revisarían el video nuevamente para comprobar que lo que yo había dicho era cierto. Que debía volver a mi habitación a esperar. Es-pe-rar...
Creo que ahí sentí un poco de miedo, que no coincidieran las cosas, porque honestamente no recordaba todo al pie de la letra.
Luego de un rato, volvió la oficial y me dijo que la siguiera. Me paso mis zapatillas y, aunque tenia confianza en todo había salido bien y me estaban entregando las cosas para irme, me aterro la idea de que me trasladaban a otro lugar.
Pero todo sucedió como espere de un principio, el jefe que me recibió a las cuatro de la tarde en la estación me dijo –traductora mediante- que habían decidió dejarme en libertad, porque pensaban que no valía la pena continuar con todo esto, que no lo volviera ha hacer.
Me entregaron mis cosas y la interprete pregunto si debía irme solo a mi casa, respondieron que si y ella me dijo que la esperara a fuera, que me llevaría.
Con todo ese ajetreo y pensándolo recién ahora, no pregunte que pasaría con mi ocho libras, ni si mis papeles quedarían manchados, si se comunicarían con mi familia o si no debía volver a la tienda, si debía pedir disculpas o nada de eso. Pero al menos quede libre y llegue a mi casa, tarde, pero seguro.
Hoy en la mañana, luego de la lección aprendida a palos –como he aprendido todo en este tiempo- tome algunas cosas, las metí en bolsas y me fui al centro a repartir todo el botín de otros días. Eso ultimo júzguenlo ustedes... Por ahora, creo que un gracias Dios y nunca más, son las únicas cosas que puedo decir. Como ven, sigo sumándole experiencias de vida a esta aventura que esta apunto de concluir, algunas que me he buscado, otras que quisiera olvidar y otras que no, y unas –como la de ayer- que me cayó como balde de agua fría.

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