Quintun

18/11/07

Mi primera Columna

Columna de Opinión:
"A mi Manera"

Antes de comenzar me gustaría hacer una salvedad: Entiendo, perfectamente, que en una columna nunca se debe hablar de si mismo, por la razón sencilla de que quienes leen nuestras opiniones no se someten a la idea real que somos, los escritores, ya sea de profesión o de inspiración divina, seres mortales como ellos: Con defectos y con más desaciertos que aciertos a la hora de escribir. A eso va mi salvedad, a explicar que según los parámetros del superlativo columnista Paul Johnson, lo que leerán no vendría a ser mi primera columna, si no un simple primer comentario permitido sólo en el ámbito de la definición de una autobiografía.
Mientras viajaba el Sábado pasado desde la ciudad de Stroud a mi ciudad actual aquí en Inglaterra, venia pensando en la sosa idea de que faltaban trescientos sesenta días para cumplir diecisiete años, sin asimilar en mi mente que ya los había cumplido el Lunes 12. También venia cuestionándome la vida, desde mi manera de vestir hasta mi futuro más lejano. Entre esos dos polos, entro también la política. Lo tuyo es el comunismo Germán, me decía. Pero el verdadero comunismo es ateo, me respondía de vuelta. Pero si no es el comunismo no es nada, debes reconocer que sus ideas son las únicas que te satisfacen. ¿Y si simplemente te declaras simpatizante de izquierda?, no tienes porque ser tan radical. No no no, sabemos mejor que nadie que nosotros no somos así, o somos comunistas o derechistas, nada de cosas a medias. Mmm, eso es verdad.
Estaba en ese discutir estéril y confuso cuando García Márquez me golpeo el cráneo, cual persona golpea la puerta de calle para esperar que le abran, con un párrafo desgarrador. Y fue la vez primera en la que me vi enfrentado con el ser natural que soy, con ese ser que nadie, nadie ni siquiera yo tenia la certeza que existía, y que me atrevo a citar en esta oportunidad sólo como premio por haber llegado ha este punto de la columna.
"... Descubrí que en mi obsesión de que cada cosa estuviera en su puesto, cada asunto en su tiempo, cada palabra en su estilo, no era el premio merecido de una mente en orden, sino al contrario, todo un sistema de simulación inventado por mí para ocultar el desorden de mi naturaleza. Descubrí que no soy disciplinado por virtud, sino como reacción contra mi negligencia; que parezco generoso por encubrir mi mezquindad, que me paso de prudente por mal pensado, que soy conciliador para no sucumbir a mis cóleras reprimidas, que sólo soy puntual para que no se sepa cuán poco me importa el tiempo ajeno. ..."
Anonadado por aquella vergonzosa radiografía, se me vinieron a la mente las preguntas que por estos tiempos todos, y al decir todos digo la gran mayoría de mis amigos, me hacían. Mi amigo imaginario Felipe Zañartu, las había resumido en una directa e ineludible consulta:
-Quiero saber qué es lo que te pasa.
La frase no podía ser más certera y pude ver que de verdad he cambiado mucho en este tiempo. Atiné sólo a responderle con la verdad, que al fin y al cabo es la única que acabaría de cuajo con todas las preguntas hostigosas.
-Estoy harto de todo -dije.
-¿De tus amigos igual? -pregunto medio molesto.
Quizá la respuesta era positiva pero seria peor decírselo, así que preferí contestar algo menos duro:
- Harto de esta vida sin sentido.
Decidí entonces confesarle sin rodeos mi situación en el colegio desde que tenía seis años y toda su evolución: Sentía que me juzgaban por mis calificaciones, que mis padres se vanagloriaban año tras año de mis resultados, me creían no sólo el alumno intachable, sino además el amigo ejemplar, el más inteligente y rápido. O, como dijo una vez un profesor: Ojala todos mis alumnos fueran como él.
Sin embargo, la verdad era la contraria. Parecía así, porque no tenia el valor y el sentido de independencia de los demás, que sólo hacían lo que les daba la gana y que sin duda iban a lograr una felicidad que no es la que se desea para los hijos, pero si la que les permite sobrevivir a los cariños descomedidos, los medios irracionales para obtener las cosas y las esperanzas alegres de los padres.
En fin, le dije para terminar pronto, descubrí ya hace tiempo que no me gusta ser como todos quieren que yo sea y no me había atrevido a pararme firme y ser como me gusta de verdad: Autentico, marcador de diferencias. Porque ya sé lo que me desagrada del resto y quiero evitar en mi, y también sé las cosas que quiero dejar atrás. Ahora siento que subí un nuevo escalón en mi vida, que no esta condicionado por el cumplir años sino por cuanto uno quiera subir en esta escalera. Y eso es lo que me pasa, veo las cosas de otro punto de vista.
Apresurándose me dij: Es que te has vuelto un extraño. Es por eso, conteste con firmeza, simplemente no soy el mismo de antes y no hay más explicación posible.
Y con ese nuevo aire de grandeza humilde, me baje del bus. Mientras caminaba a mi casa sólo pude razonar que había terminado mi columna, la columna vertebral de mi cuerpo, de mi vida; que con ese simple debate entre neuronas daba por terminada la obra gruesa de mi existencia. Los pilares ya estaban firmes para el futuro y ahora solamente quedaba comenzar a construirlo. Me siento grande. Con más ganas que nunca de terminar esta etapa que no logro identificar cuál fue el comienzo ni final real. Lo único concreto que sé es que me siento simple y feliz, como siempre he dicho: Feliz como una lombriz.


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