Quintun

4/12/07

Esta loco!

Imagina que vienes apurado como todos los días, entras a la sala de fotografía y te encuentras con las mesas llenas de cachureos. Haces un giro rápido y aparece un sujeto, con cara de maniaco y en evidente estado de no estar en todos sus cabales, que se empina sobre ti, abre muy grande su boca y se dispara un flash que te deja ciego por unos cuantos segundos. Pues eso me paso a mi hoy. Quede ciego y sin entender nada.
Luego de que recobre la visión -aunque me aparecían estrellitas cada ves que pestañada- me entere que no se trataba de un loco, o al menos no de los de un manicomio; era, según supe en ese momento, un fotógrafo invitado por el colegio quien ya había comenzado –hace una hora atrás- a trabajar en sus alocados proyectos.
El hombre nos invito, a todos los de la clase de fotografía (que estaban ahí, evidentemente, hace una hora atrás y entendían, evidentemente igual, mucho más de lo que pasaba en esas cuatro paredes) a pasar a otra sala donde comenzó a mostrarnos en un proyector todas, según deduje, sus fotografías.
No sabia que hacer, me quedé literalmente sin palabras. Miraba a mis amigos suponiendo que en ellos encontraría alguna respuesta de lo que veía. Por un momento pensé que la palabra photographer quería decir algo como un maestro Ros-calata o chasquilla para los chilenos. Para ponerle un poco más de tragedia el hombre hablaba como perseguido por leones, y no le entendí nada de lo que explicó. Tampoco lograba concebir como había sacado esas fotos –si es que eran de él, porque a esas alturas lo único que esperaba era que sonara el despertador para reírme de este loco sueño.
En medio de esa behetría por la que pasaba mi cabeza, logre unir las piezas y deduje todo.
Las fotografías que acompañan este relato, fueron tomadas por Justin Quinnell –el chiflado que me dejo ciego- y por lo que él bautizó como “Smiley Cam”. El arte, o la gracia de todo esto, consiste en la simpleza, su nombre es Pinhole Photography.
La Smiley Cam no es más que una cámara estenopeica -algo así como la esencia de las cámaras de los tiempos de mis abuelitos- que podría explicarse simplemente como tener el rollo fotográfico sin lente, ni disparador, ni pilas. Justin es todo un pionero en el tema. Este tipo se puso la cámara en el fondo de la boca y capturó –al igual que lo hizo conmigo a la entrada de la sala- cada uno de los momentos que consideró adecuados: el desayuno, la visita al dentista, tomando un baño, etc.



Si bien el grado de excentricidad es demasiado para mi gusto, apuesto a que es también una de las primeras veces que escuchan hablar de algo por el estilo. Para concluir ya: El maestro Justin (lo trato con mas respeto ahora) termino contagiándonos a todos de sus simpleza y la creatividad a flor de piel que posee este fotógrafo. Hicimos nuestra propia cámara y quedamos todos iguales de locos.

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